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MUJERES Y LITURGIA: MINISTERIOS DEL ACOLITADO Y EL LECTORADO

Actualizado: 22 jul 2022

Francisco reconociendo la práctica de la Iglesia y los diálogos sinodales, abre a las mujeres el acceso a los ministerios del Acolitado y Lectorado, un hito dentro de la discusión de las mujeres en la Iglesia, específicamente dentro del rol en la liturgia.


Autor: Javier Contreras Marchant.


Hasta hace muy pocos días podíamos encontrar en el canon 230 inciso 1 " Los varones laicos que tengan la edad y condiciones determinadas por decreto de la Conferencia Episcopal, pueden ser llamados para el ministerio estable de lector y acólito, mediante el rito litúrgico prescrito", la exclusividad de estos ministerios que en algunos casos se guarda dentro del camino hacia el sacramento del Orden sagrado, con fecha 10 de enero el Papa Francisco ha marcado hito abriendo la posibilidad de que mujeres laicas puedan recibir estos ministerios, esto dentro de la Fiesta del Bautismo del Señor.


Conozcamos un poco de historia en torno a los ministerios confiados a los laicos.


Lo que hoy conocemos como ministerios del acolitado y lectorado, pertenecían a una gama de "órdenes menores", cuyo nombre reciben porque dentro de la historia de la liturgia dentro De la Iglesia tras largos años siendo servicios para los laicos, fueron considerándose como parte de las instituciones previas al sacramento del Orden. Las órdenes menores estaban compuestas por el ostariado, el lectorado, el exorcistado y el acolitado. Sin embargo, el Papa Pablo VI realizó un cambio tras el Concilio Vaticano II, disminuyendo en dos y reconociéndose como "ministerios", los cuales hoy conocemos, el acceso a estos ministerios estuvo reservado a los hombres, quienes se consideraban preparatorios como aspirantes a la orden sagrada, todo esto en la Constitución Apostólica Ministeria Quaedam, lo que fue recogido por el Código de Derecho Canónico (CIC, en su sigla en latín) en el año 1983.


Ante esto, y una necesitada "actualización", el Papa Francisco reformó el Código de Derecho Canónico, a través de un Motu propio "Spiritus Domini" y dispuso que también las mujeres podían ser instituidas en el lectorado y acolitado, mediante un acto litúrgico. Respondiendo a recomendaciones surgidas en diversas asambleas sinodales, y de manera que se reconozca con esto la fundamentación de algunos ministerios instituidos por la Iglesia en "la condición común de los bautizados y el sacerdocio real recibido en el sacramento del bautismo".


Quedando la nueva formulación del canon 230: "Los laicos de una edad y unos dones determinados por decreto de la Conferencia Episcopal podrán ser empleados permanentemente, mediante el rito litúrgico establecido, en los ministerios de lectores y acólitos".


¿En qué influye esto?


Tradicionalmente, en nuestros grupos de liturgia hemos visto la participación mayoritaria de mujeres y el compromiso constante en la proclamación de la lectura, como también los hombres, pero el servicio del lectorado dentro de las celebraciones litúrgicas la Iglesia trata de reservarlo a ministros instituidos, aunque la realidad no es esa, es en el momento de las lecturas donde vemos la mayor participación de los bautizados, matrimonios, jóvenes, niños, mujeres y hombres se ubican en nuestros ambones a proclamar las lecturas pero de manera no institucionalizada, hasta aquí parece que no fuera novedad, pero desde ahora mujeres y hombres pueden recibir a través de un mandato institucional (por medio de un rito litúrgico) el ministerio del lectorado que lo faculta a proclamar las lecturas bíblicas, exceptuando el Evangelio que queda reservado a los ministros ordinarios (diáconos y sacerdotes).


Esto de la misma manera ocurre con el ministerio al acolitado, confundido con el servicio pastoral de los monaguillos, el acólito sirve en el altar como ayuda al diácono y al sacerdote, pero su diferencia es que su servicio es conferido de manos del Obispo (u Ordinario) mediante un rito litúrgico, además que puede distribuir la sagrada comunión, sin ser ministro ordinario. Generalmente, es entregado a hombres que son aspirantes al Orden sagrado (seminaristas) y que están próximos a recibir el diaconado.


Aunque esto no interfiere con el servicio desinteresado de tantos fieles que en nuestras comunidades parroquiales, movimientos y colegios realizan en las celebraciones litúrgicas, si no más bien, abre las puertas para recuperar la participación de los laicos en la comunidad, así como en las primeras comunidades donde mujeres y hombres se hacían cargo de las comunidades religiosas, mujeres y hombres realizaban una misión discipular, mujeres y hombres podían servir (como diaconisas y diáconos) al presbítero de la comunidad. Nos abrimos al diálogo con la tradición litúrgica y de nuestra Iglesia, ya para finalizar traigo a la memoria la frase pronunciada por el Papa Francisco en el año 2018 "el papel de la mujer en la Iglesia no es fruto del feminismo, es un derecho de bautizada con los carismas y los dones que el espíritu le ha dado" (12 de mayo).


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